La letra escarlata era utilizada en el siglo XVII para marcar a las adúlteras en la sociedad y que con ello, todo el mundo fuese conocedor del pecado que habían cometido. Hoy, por suerte, no son señaladas aquellas personas que cometen adulterio, aunque, muy a nuestro pesar, vivimos en una sociedad, que supuestamente libre, se empeña en señalar con marcas difíciles de borrar.
En este pueblo el pensamiento que se expresa diferente al que prevalece es castigado, y hasta perseguido, de forma latente, sibilina. Los espías del poder o los chivatos, como lobos andan ocultos, al acecho de que alguien diga algo inapropiado para ellos o simplemente que hable con personas de ideales diferentes para marcarles como antaño con la letra, o mucho peor, enviarlos a la hoguera, a la ignorancia perpetua o al ostracismo.
Ante esta situación, para contrarrestar las formas de antaño, emergen las nuevas tecnologías, que permiten que un pensamiento o una idea o símbolo circule por la red, en cuestión de segundos, pese a quien le pese.
Da mucha pena, pero mucha que en pleno siglo XXI , las personas que alzamos la voz en contra del poder establecido seamos señalados con letra escarlata, da mucha pena que en un pueblo, tan maravilloso como el nuestro, las personas que se sienten cercanos a lo que decimos, no puedan libremente expresar esta afinidad. Siempre hay un instigador, un vigilante de ideas, que se permite acusar de lo que es un derecho de todos: el pensamiento libre. Aquel que se siente un estómago agradecido pocas veces sacia su hambre de libertad, come y come pero su libertad siempre insatisfecha le recuerda lo que nunca será; los otros sin embrago son libres.
Ana Ortega González
Oficina de prensa del PSOE de Alhaurín de la Torre
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